lunes, 6 de septiembre de 2010

Incomodidad

Claro que es verdad que la naturaleza inspira, que los viajes te hacen suspirar cuando estás frente a un paisaje hermoso y que, justo cuando tienes la oportunidad de escribir todas esas maravillas y reflexiones, la musa se va. En los últimos días pude despertar literalmente viendo el mar y confieso que es una de las experiencias más orgánicas que he vivido. Además, me reencontré con un territorio que siento parte de mí y en el que me gustaría pasar mucho tiempo más: Juan Griego, en Margarita. Es un pueblo excitante, que no deja de tener la inocencia y las costumbres de los tradicionales pueblos de Venezuela; pero, a su vez, es súper desarrollado y comercial. En el boulevard están las tiendas frente el mar con el atardecer más bello de la isla y, probablemente, competiría con Barquisimeto para tener el trofeo como el más bello de Venezuela.

De chiquita recogía conchitas de mar en la playa de Juan Griego que luego coloreaba y regalaba a mis amigos con sus respectivos souvenir (¿quieres una? Aún tengo J). Ahora, vi todo un dossier de especies en el Museo Marino. Mi mundo infantil cambió de repente. Cuando llegué a la casa que acostumbraba a visitar, me di cuenta que mi sinónimo de Margarita, vacaciones y felicidad, siempre fue ese, el nombre del edificio y todo lo que lo conforma, incluyendo a algunos amigos que aún conservo. Seis años después, los grupos, las edades, el lugar, todo cambió como “debió” ser. Gran nostalgia y buenos recuerdos. Mejores fotos y sinceras sonrisas.

No tuve mucho tiempo de leer, más que crónicas periodísticas y otras in memoriam, debido a las 4 muertes importantes que hubo en esos 10 días: Popy, Penzini Fleury, Néstor Zavarce y Franklin Brito. Grandes hitos en nuestra historia y todos en un contexto totalmente diferente el uno del otro. Popy, oye, qué lástima no haberme tomado la foto contigo para el recuerdo. Buen homenaje que te hicimos yendo a tu show y bailando Carol, Carol, Carolina. Dato curioso: ¡El señor de Faltan cinco pa’ las 12 estaba vivo! Ahora cantaré la chatarrita con más sentimiento los 31, lo prometo abuelito. En medio de este contexto, decaí un poco por aquello de la profesión. Tenía que cumplir los requisitos mínimos de una crónica de suplantación y sentí que no di ni la mitad de lo que me pedían. Aquello de ser panadero por un día, prostituta o buhonero, no resulta tan fácil de contar cuando no se acostumbra a escribir desde el yo… Con el riesgo de exponerse totalmente.

Eso me hizo anudar una serie de ideas en una simbiosis como esta: ¿Es acaso este blog un intento de exposición al máximo de mí misma? He tratado de escribir uno a uno los capítulos y sentimientos más importantes de lo que he vivido desde que abrí este link en una serie de posts que, a medida que ha pasado el tiempo (ya contamos un año y medio exactamente desde la primera publicación), han comentado los lectores más cercanos a ella. Los que no, se abstienen. O divagan con reflexiones súper interesantes, que siempre es la idea. ¿Por qué? Quizá por falta de entendimiento de la situación en particular. Pero, a ver, ¿han leído de principio a fin? Según los comentarios, sí. Creo que es eso… conexión con algunos, descripción narrativa, palabras cliché… Un coctel romanticón bien venezolano. Esa soy yo.

Siempre me ha gustado mantener a raya mi blog, a pesar de que esté en la web y cualquier persona con google pueda acceder a él. Es por eso que en esta publicación hice el ejercicio de hablar de mí en primera persona y sin retóricas absurdas que rayen en cacofonías “poéticas”. Explico que viajé, sentí, dije que a veces el éxito es debatible y menciono a personalidades con las que todos estamos conectados y hasta fastidiados de escuchar. A propósito de eso, he estado más empapada con lo que llaman cultura pop, eso de ir al cine, ver series, estar todo un día pegada al TweetDeck o ir al centro comercial La Vela de Porlamar, en vez de disfrutar de un día de playa. Puedo comentar cosas como: “Lloré demasiado con Toy Story 3”, “qué fuerte que Marelisa no quedó entre las 15”, “qué increíble es Glee” o “qué gran filme es Hermano ¿verdad? Una película NUESTRA, como las misses. Es decir SOMOS Hermano. ¿Y dónde dejas a Taita Boves? Ah, me vas a decir que no saliste gritando ¡gran Bulú! O ¡Taita, Taita!”. Es una manera de vivir otro yo que también esta ahí, pero que no sale a flote en los días de teatro, vino o de conciertos MAU, por ejemplo.

De algo así como este escrito se puede concluir en algo bien parecido a lo que fueron estos últimos días fuera de Caracas. Muchos dijeron que estaba desaparecida, pero soy más bien yo quien extraña ahora a ciertas presencias. ¿No les pasa que cada vez que vuelven de algún viaje, por corto que sea, es como una etapa nueva que se creó de la nada? Además, uno se vuelve melancólico, perfeccionista y enérgico a la vez.

Los viajes reconstruyen la mirada que se tiene sobre ciertas cosas. Pero en este me sucedió que no pude respirar por mucho tiempo con tranquilidad. Fueron unas vacaciones trepidantes. De aquí a allá, tomando fotos, queriendo conocer, innovando en la mirada que tenía de Margarita. Esa sí que es una isla fascinante, con mil cosas para hacer y mucha carretera para andar, gps por delante.

Mi doble moral, periodística y aventurera, no dejó de salir a flote. Ya verán por ahí algún video de periodismo gonzo con aires de mar… Y estas palabras que les dejo, sobre mí, como parte de la finalización y el drenaje que necesitaba de esas actividades que llaman desnudarse y describirse (superficialmente, aún no lo hago en serio)… A través de las letras.

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