Stop

Mira, la verdad es que yo quiero escribir algo que no me haga pensar demasiado y que quede chévere, como para publicarlo en mi blog. Algo que me haga soñar un poquito, sin revolverme mucho. Algo con lo que pueda enfrentarme al “lienzo en blanco”, como dice mi profe de Periodismo, sin miedo a las consecuencias. Algo corregible, alentador, pero sobre todo honesto. Algo que pueda leer mi gente y sentirse identificada con lo que saben que soy. Algo que no tenga reglas, que no sea convencional, pero que tampoco me exija demasiado. Algo en lo que no parezca que me interrumpieron mails de trabajo. Algo con lo que pueda celebrar que solo me quedan dos materias qué aprobar y una tesis qué defender, aunque todavía esté el festival infinito que me tiene ocupada desde hace cuatro meses.

Quiero escribir algo en lo que pueda inspirarme sin decir que leí un timeline con la verdad que se me había olvidado. Algo con lo que pueda trazar líneas que me lleven a alguna parte y que me hagan entender el aquí y el ahora. Algo que me haga volver sobre las mismas líneas y descubrirme en cada palabra. Algo con lo que pueda saborear la derrota en algo en lo que siempre he salido victoriosa. Algo con lo que pueda declararme en un segundo de locura y sentirme correspondida. Algo que se parezca a sentir desde adentro y exteriorizarlo con una sonrisa. Algo que se parezca a esa palabra que no verbalizo, ni siento desde hace tiempo: felicidad.

No sólo quiero escribir bonito y verdadero. Quiero borrar clichés y comenzar otro ciclo. Quiero cerrar ciclos, eso. Pero también quiero preguntar muchas cosas que no sé hacer y que la gente no sabe explicar. Cosas que yo sé que sé, pero que no me atrevo a afirmar que sé. Cosas que aparecen cada vez que me miro en un espejo y que por eso me da miedo reflejarme, desde hace un tiempo. Cosas que combinan con lo gris y andan detrás de mí, aunque yo sea de otro color más parecido al brillo. Cosas que tienen nombre y sentimientos y respuestas y preguntas y… Stop.