Sucedió que giré 180º y mis ojos vieron un paisaje desconocido. Había violencia, obscenidad y carne. Las lunas se contaban con paciencia, el tiempo rutinario era endulzado con recesos de preguntas triviales. Decidí gritarle “¡bienvenido!” al nuevo paraíso. Aprendí a bailar al ritmo de la urbe nocturna junto a animales que, con sabiduría, se adentraban al mundo en el que me hubiera gustado crecer. Desayunamos al borde de un abismo, almorzamos arriesgándonos en planes, y jugamos a cenar sin conocernos.
Caminando, te encontré de repente en medio del camino, solo, como para disfrutarte de nuevo. Y no quise servirte la carta que habías pedido. A pesar de que estaba a tu lado, el banquillo en el que nos sentamos sirvió de trampolín para las pocas palabras que intercambiamos. Es que ni siquiera me porté indiferente, solo hablé de alguno que otro cuento de años, porque así lo sentí. Ahí corroboré que te amaría toda la vida, pero no quería prestarme a la incertidumbre de nuevo. Pasó que me vi adulta delante de un niño que no toca tierra, por tener ínfulas de divo (en tiempo futuro). Pasó que rechacé la propuesta y quisiste hablar conmigo, pero no te atreviste a decirlo en el momento, por miedo a lo que pudiera pasar…
Me despedí, y seguí a paso firme; sonrisa en los labios y carnet de principiante. Crucé la puerta que había entre la confianza y el desconocimiento: sin confianza lo hice, con el poco conocimiento que tengo. En una mesa etílica de dos sillas se abrió la ventana del placer, del ego sin sentido. Con nuevo nombre y profesión, desempeñé el cargo de titular de un pecado común.
Amanecí entre sábanas de dudas, con mensajes que reflejaban cotidianidad y con un sinfín de actividades que cumplir: la rutina había vuelto a mí. Seguía en el paraíso, pero con las mismas obligaciones. Entonces esperé hasta la noche para volver a jugar y saber si lo que había vivido era real. El recuerdo surtió efecto, la reunión cambió los planes y el movimiento se sintió glorioso. Me vi llena de aprendizaje por verme envuelta en una nueva filosofía de vida. Quise absorber como esponja y se convirtió en una constante, al paso que confirmé por mí misma, que lo impropio es divertido, aunque sea de vez en cuando…
6 comentarios:
intenso..
DIOX!!! Muy M A R C Y!!!
I love it! Me encanto especialmente esta parte:
"Crucé la puerta que había entre la confianza y el desconocimiento: sin confianza lo hice, con el poco conocimiento que tengo"
Lo mejor, es pensar que lo impropio rico, interesante y llama la atención por esa misma condición, de hecho deberiamos preguntarnos si en realidad es impropio o si sólo es un prejuicio de la sociedad o peor aún, de nosotros mismos!
Besos. AA!
Mejor amanecer entre sábanas de dudas que entre sábanas de resignación.
Muy intensas tus lineas... voy como siempre con mis partes favoritas:
"Caminando, te encontré de repente en medio del camino, solo, como para disfrutarte de nuevo."
"Es que ni siquiera me porté indiferente, solo hablé de alguno que otro cuento de años, porque así lo sentí. Ahí corroboré que te amaría toda la vida, pero no quería prestarme a la incertidumbre de nuevo. Pasó que me vi adulta delante de un niño que no toca tierra, por tener ínfulas de divo (en tiempo futuro). Pasó que rechacé la propuesta y quisiste hablar conmigo, pero no te atreviste a decirlo en el momento, por miedo a lo que pudiera pasar"
"Con nuevo nombre y profesión, desempeñé el cargo de titular de un pecado común."
ME ENCANTARON EN VERDAD ESAS FRASES QUE CITO DE TU POST
¿Qué es lo impropio? Vivimos en un mundo basado en conceptos abstractos que, a mi parecer, podemos manejar a nuestro antojo.
Nice entry, Marcy <3
Publicar un comentario